Por
Sara Abril movió las redes sociales cuando se enfrentó
verbalmente al presidente. El director del colegio del que se graduó la invitó
a promover un debate más argumentado y respetuoso frente a las diferencias
ideológicas.
Querida
Sara:
La
semana pasada fuiste noticia de primera plana en los medios y tendencia en las
redes sociales. El presidente Juan Manuel Santos y la Ministra de Educación,
Gina Parody, estuvieron presentes en la Universidad Nacional y tú, en calidad
de representante estudiantil ante el Consejo Superior, tuviste la oportunidad de hablar 4 minutos, los cuales mágicamente se han
convertido en millones por el efecto multiplicador de las redes, la prensa y la
televisión.
Siempre
te hemos recordado como una mujer reflexiva, autónoma, solidaria y combativa,
aunque algo menos flexible de lo que demanda el mundo actual. Fui tu profesor
de la asignatura de “Pensamiento argumentativo” y guardo en la memoria tus
profundos análisis y tu capacidad para interpretar y transferir ideas a nuevos
contextos.
El
día de tu grado en el Merani, en el 2008, me agradeciste por ayudarte a ver tus
errores y por hacerte entender la prioridad de seguir luchando siempre para ser
una mejor persona. Como buena parte de los educadores colombianos, no renuncio
a mi misión, e intentaré seguir orientándote, a pesar de que ya llevas ocho
años fuera del colegio.
La
pregunta a la que te enfrentaste ese día fue en extremo compleja: ¿Qué decirle
al Presidente de la República, si te dan la oportunidad de hablar con él
durante 4 minutos? (¿Qué le diría usted lector, si tuviera la misma oportunidad
que tuvo nuestra egresada?)
Te
felicito por tu independencia de criterio y por indagar siempre por la raíz de
los graves problemas que nos aquejan. Valoro tu sensibilidad y tu compromiso
con los otros. Sin embargo, veo que no tuviste en cuenta dos cosas claves en
cualquier argumentación, las cuales, aunque las trabajamos en clase, es posible
que las hayas olvidado. Y quiero aprovechar esta ocasión para volver a insistir
en ellas.
La
primera fue el descalificar al adversario en el debate y no sus ideas. Discutir
contra la persona y no contra sus argumentos se conoce en la lógica como
falacia ad
hominem y se presenta cuando no nos referimos a
las ideas de nuestro interlocutor, sino a la persona o lo que él representa. Tú
tenías la obligación de responder la pregunta que te hacía el Presidente de la
República: ¿Estás de acuerdo o no con el proceso de paz en curso? Sin embargo,
evadiste la pregunta. Puedes discrepar de sus políticas y enfoques o proponer
otros caminos; pero, en cualquier caso, estabas obligada a responderle. De eso
se trata un debate argumentado. Y no lo hiciste.
El
segundo error que cometiste fue argumentar múltiples ideas de manera
simultánea. En tu calidad de líder estudiantil, no has debido abordar en 4
minutos temas tan diversos como el TLC, la venta de Isagén, el salario mínimo o
el paro agrario. Te equivocaste, ya que dejaste de enfatizar lo esencial: un
país democrático necesita defender su educación pública para que todos tengan
las mismas oportunidades y se valore el esfuerzo y el trabajo,
independientemente de las condiciones socioeconómicas de origen. Sin educación
pública robusta, las desigualdades sociales se multiplican en lugar de
disminuir.
El
país tiene que seguir avanzando en la gratuidad de su educación superior, como
hicieron de tiempo atrás los países europeos y como están haciendo
recientemente países como Ecuador y Chile. Este último aspira lograr para el
2016 que el 50% de sus estudiantes de estrato 1 y 2 ingresen a la Universidad.
Por el contrario, en Colombia, el programa Ser pilo paga para el año 2019
apenas alcanzará a becar al 2% de los estudiantes graduados de la educación
media, con el agravante de que, al hacerlo, dejará a las universidades públicas
sin sus mejores estudiantes y sin dinero.
Al
igual que tú, soy egresado de la Nacional y también estoy convencido de que,
pese a la asfixia a la que la han sometido, es la mejor universidad del país.
Lamento –como millones de colombianos– que no llegue a más regiones, que se
limite el derecho a la educación al no garantizar almuerzo y transporte a
quienes lo necesitan, que mantenga por décadas congelados sus cupos y carreras
o que, en un acto macondiano, se haya caído hasta el edificio sede de
arquitectura en Bogotá.
El
país necesita debate de ideas y la democracia exige que florezcan múltiples
interpretaciones. Sin embargo, discrepo de las felicitaciones que te envió el
senador Jorge Robledo. No es conveniente debatir 5 ideas al mismo tiempo ya que
se pierde rigor y jerarquización. No fue un acto de patriotismo –como él
señaló–, sino de populismo. Al país le conviene una izquierda reflexiva,
creativa y propositiva y le ha hecho daño un discurso dogmático, sectario,
inflexible y descontextualizado, de ambos lados. No heredemos los males
pasados, sino la esperanza que estamos por construir. Te invito a aportar en
esta tarea, aprovechando el liderazgo que tienes.
La
Universidad Nacional tiene que ser un lugar para debatir ideas de manera
razonada, jerárquica y argumentada. El abucheo es la expresión de la
intolerancia que ha ahogado la democracia colombiana y el recurso al que
recurren quienes no logran estructurar sus argumentos.
Sigue
defendiendo tus ideas, pero garantizando siempre el respeto a las del oponente
y la jerarquización de las tuyas. El actual proceso de paz nos invita a
construir un país más tolerante, diverso y reflexivo, y para ello necesitamos
una universidad pública vigorosa que aporte soluciones a los viejos problemas y
argumentos a las nuevas preguntas. Ésa es la idea que te propuso el Presidente.
Hoy la retomo y te invito a pensarla y discutirla con los estudiantes
universitarios que representas. A propósito, ¿estás de acuerdo en que el
sacrificio que estaremos pagando los colombianos al firmar los acuerdos de paz
es ínfimo al lado de los miles de beneficios que nos dará aprehender a resolver
los problemas con ideas y argumentos y no a los tiros y las agresiones, como
nos lo impuso una “cultura del atajo” que tanto daño le ha hecho a la
estructura valorativa en nuestro país?
Me
despido con profundo cariño. Se me acabaron mis 4 minutos.
*Fundador y director del Instituto Alberto
Merani. También es consultor de Naciones Unidas en educación para Colombia.Fuente: Semana.com
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